A pesar de su preocupante episodio de salud, el presidente Alberto Fernández cerró una gira internacional que dejó al Gobierno una sensación de conformidad.
La libre disponibilidad de 5 mil millones de dólares del swap con China además del compromiso de pago de lo adeudado por las represas sumado a la promesa del Fondo Monetario Internacional (FMI) de revisar los sobrecargos de la deuda y el gasto de la guerra, son algunos de los puntos fuertes del paso del mandatario por Bali.
Se trata de las principales preocupaciones que tenía en mente y que, además, contribuyeron, sin pretenderlo, a sumar al estrés que arrastra y que lo llevó a colapsar.
Desde su entorno celebran lo avanzado, pero aseguran que su situación "opacó un poco las cosas", dado que el jefe de Estado casi no pudo participar de ninguna de las actividades planificadas en el marco del G20, donde apenas llegó a saludarse con algunos líderes durante el evento inicial, previo a desvanecerse.
Sus allegados detallan que mejora, aunque no evitan marcan que el episodio le produjo un susto, y no es para menos. El Presidente sintió rasguños en el estómago, signo de sangrado interno, previo a la descompensación.
Los días posteriores a los vahídos, lo recomendable fue dieta liviana y muchas horas de sueño para reparar la bajante de glóbulos rojos que provocó el sangrado, y si bien Fernández continúo con su agenda, prometió reducir la intensidad de su actividad y delegó en el siempre leal Santiago Cafiero gran parte de su agenda.
Tras la reunión con la titular del FMI, Kristalina Georgieva, quien tuvo el gesto de trasladarse hasta el Hotel Melía donde se encontraba alojado el jefe de Estado, por su condición de salud, el clima fue de celebración.
Fernández se mostró acompañado por su ministro de Economía, Sergio Massa, a quien la titular del organismo elogió, el canciller Santiago Cafiero, y el embajador argentino en Estados Unidos, Jorge Arguello, en un encuentro que, estaba previsto durara 20 minutos, se extendió durante casi por una hora.
"Lo importante es haber dejado ya abierta la discusión sobre el precio de la guerra con el Fondo Monetario Internacional, y ya establecido que en diciembre van a discutir los sobrecargos, porque la Argentina le está pagando al FMI el doble de tasa de interés que, por ejemplo, le paga al Banco Interamericano de Desarrollo, y eso nos resulta absurdo cuando el prestamista en última instancia es el Fondo. El board se reúne en diciembre, y se trabaja por bloques", planteó el titular del Palacio de Hacienda desde el avión camino a Madrid, escala previa a Buenos Aires.
La Argentina logró además la adhesión de Alemania, Sudáfrica, Francia, Brasil, España y México al pedido de revisión de la política de sobrecargos al FMI. A través de un documento firmado por representantes de dichas nacionales, se estableció el compromiso a "apoyar a todos los países vulnerables para que se recuperen juntos y más fuertes".
Aunque quizás lo más complejo que debió afrontar Fernández fue la bilateral con su par chino, Xi Jinping, que, además de contar con reclamos a detallar, no pudo delegar dado la magnitud del intercambio.
Horas antes, Alberto Fernández sufría su primer vahído ante Pedro Sánchez, presidente de España y amigo, y fue asistido por el único funcionario que lo acompañaba, el traductor de la delegación oficial Walter Kerr, quien reclamó la asistencia de un médico.
Luego de varias horas en el Hospital General Sanglah, el jefe de Estado debió recuperar su entereza e ir a negociar con China. Tarea poco grata arrastrando una gastritis que le quitaba fuerzas, algo que su par de China le agradeció durante el encuentro.
"Es lo único que voy a hacer", cuentan que sostuvo el mandatario, convencido de que debía participar de la reunión. "Si él no iba se suspendía", señala un importante hombre del Gabinete. Las fotos entre Xi y Fernández denotan su dolor y su breve proceso de recuperación.
Según supo NA, a diferencia de Xi Jinping, hombre extremadamente esquemático, quien expuso un protocolar discurso en el que habló de la hermandad de los pueblos y la importancia de las juventudes, Alberto Fernández fue directo al grano y enumeró uno a uno los reclamos de la Argentina.
La respuesta del líder del Partido Comunista Chino fue extensa, y muchos de los participantes del encuentro creyeron que lanzaría una evasiva a los pedidos, hasta que admitió que haría una gran excepción con la Argentina y avanzaría en lo reclamado.
Pedro Sánchez, Emmanuel Macron y Nicolás Maduro fueron algunos de los mandatarios que hicieron llegar su preocupación por la salud del Presidente al día siguiente, previo al encuentro con Georgieva. Para ese entonces, Fernández había descansado un poco más.
La gira fue extensa, inició en Paris, el 10 de noviembre y se extendió casi por una semana, en la que debió afrontar una agenda muy cargada de actividades y reuniones con personalidades centrales del mapa geopolítico. El estrés, el calor de Bali, y el dormir poco le jugaron una mala pasada, aunque no evitaron que consiguiera lo que necesita.
No pudo participar en ninguna actividad del G20 en Bali, salvo en el saludo inaugural de los líderes, en el que ocurrió el episodio. A pesar de su malestar, llegó a cruzar palabra con Sánchez, Georgieva; el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterrez y el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, quien también debió ser asistido en dos oportunidades por las altas temperaturas del lugar.
El canciller fue el alfil del mandatario durante la Cumbre. Se mostró junto a él, se encargó de leer sus discursos en la sesión de Seguridad Alimentaria y Energética y en la de Salud, y participó del almuerzo de mandatarios, aunque no asistió a la cena para quedarse junto al jefe de Estado.
Además, asistió a plantar manglares en una reserva ecológica de Bali junto a los jefes de Estado que participaron de la Cumbre.
A su parte, el secretario General de la Presidencia, Julio Vitobello, y la portavoz Gabriela Cerruti tomaron el mando de la situación y fueron los encargados de acompañar al mandatario mientras esperaba los resultados de la endoscopia.
Debido al debate entre los jefes de Estado producto de la caída de un misil en una aldea de Polonia, la celebración del 50 aniversario de la vuelta de Perón a la Argentina en Bali debió suspenderse.
En París, junto a su par galo, Emmanuel Macron, logró cumplir con lo programado y participar del Foro por la Paz donde expuso su postura sobre la guerra en Ucrania, y bregó por la paz a través del pedido de una mesa de diálogo entre las partes. También operó de mediador del retome de relaciones entre el oficialismo y la oposición en Venezuela.
"Es muy bueno volver a poner en valor la palabra paz, aunque algunos les suene naif, y piensen que es un acto ingenuo e inocente reclamar la paz", postuló el jefe de Estado desde Paris, y continuó: "Nada es más revolucionario en el mundo del presente que reclamar la paz, porque es una indecencia después de la pandemia que unos maten a otros por disputas territoriales".
Macron se mostró muy cercano a Fernández, y además de la bilateral que compartieron, participaron de la ceremonia en el Arco del Triunfo del fin de la Primera Guerra Mundial donde el francés se encargó de presentarle uno a uno a sus funcionarios. El Presidente aprovechó la intimidad e hizo extensivo su reclamo sobre los sobrecargos que deben abonar los países que contrajeron deuda por encima de sus posibilidades.
Durante el viaje Madrid, escala de regreso a Buenos Aires, el Presidente comió, vio una película y durmió para reponer energía y verse con la vicepresidenta segunda de España, Yolanda Díaz en la residencia madrileña. Luego de las 10 horas establecidas por hoja de ruta, la delegación retornó a la Argentina y arribó a las 5.36.
Ya en Buenos Aires, el Presidente tras su episodio de salud asumió el compromiso de realizarse análisis médicos para chequear el estado de su gastritis y a reducir la intensidad de la agenda que suele llevar.